viernes, 20 de noviembre de 2015

La esclavización de indígenas



La esclavitud en Venezuela tuvo como precedente algunas prácticas sociales de servicio establecidas entre los grupos que, posteriormente, constituirían la sociedad del país: los indígenas, los negros y los españoles. Entre estas prácticas estaba la de los indígenas quienes se usaban a prisioneros de guerra – denominados macos o itotos- para su beneficio, mientras duraba el cautiverio.

De manera semejante, en Europa era común que algunas personas vendieran sus servicios durante varios años como esclavos. De hecho a principios del siglo XVI, Alonso de Ojeda recibió la autorización para traer 6 esclavos blancos de castilla. Los españoles empezaron a comprar macos o itotos a los indígenas, con la cual se modificó esa costumbre y comenzó a existir en América una población verdaderamente esclava. Otros indígenas fueron capturados para explotar los recursos naturales y la fuerza de trabajo descansó en  un principio en los aborígenes a través de dos sistemas de explotación diferente: la esclavitud y la encomienda.

Los primeros esclavos africanos

Cuando la mano de obra indígena comenzó a escasear, se optó por traer esclavos africanos a América. Casi siempre las poblaciones importadas procedían de tribus distintas y eran obligadas a viajar en condiciones realmente deplorables; muchos no superaban la travesía. Los principales países que traficaron poblaciones africanas fueron Portugal, Inglaterra, Francia, Holanda y España. Una de las primeras tareas que tuvieron estos esclavos fue la de ayudar al sometimiento de los indígenas. Así, se fueron amoldando a las necesidades de los conquistadores: con el transcurrir de los años, los hombres fungían como albañiles, herreros y carpinteros, entre otras labores; las mujeres, por su parte, eran utilizadas para el trabajo en la casa e incluso para amamantar a los niños, en caso de que la madre de estos no pudiera. Un esclavo que dominaba varios oficios era más rentable, toda vez que su amo lo podía entregar en alquiler; y en algunas oportunidades se le permitía al esclavo administrar la ganancia de dicho alquiler. Muchos optaban por usarla para comprar su carta de libertad, que era una de las formas que tenían para dejar de ser esclavo, otras veces lo lograban si estaba estipulado en el testamento de un amo conforme con sus servicios; otras, valía la artimaña de ser el delator de algún fugitivo.


El papel de la iglesia

La iglesia era, en muchos sentidos, una institución esencial durante el periodo colonial. No estuvo exenta del provecho que representaba la mano de obra esclava, ya sea porque la compraba o porque la recibía en donación. Incluso, jugo un papel importante en el control del tiempo libre del esclavo. En tal sentido, tenían dos instancias muy útiles: las capellanías y las cofradías, que, aparte de enseñar el catolicismo a los esclavos africanos debían estar atentas a la regulación de las festividades de estos. Vale recordar que siempre hubo resistencia a los toque de tambor y a las danzas que trajeron desde África. Otra función de la iglesia fue la de usar su poder para convencer  a los esclavo en que caerían en desgracia si ayudaban en alguna fuga o no daban información sobre como ubicar a un esclavo fugitivo.

Las arboledillas

A pesar de su capitis deminutio (carencia de cierto derechos y menor capacidad jurídica que otros vasallos del rey) los esclavos pudieron disponer de algunos derechos como el de contraer matrimonia, comprar su libertad y tener arboledillas o haciendillas, un tipo de conuco para su mantenimiento y el de su familia. A la larga la arboledilla se convirtió en un problema para los amos, ya que los esclavos no se conformaban con sembrar lo que consumían sino que, además, sembraban cacao para comerciarlo de forma legal y a más bajo costo. Por ello los hacendados le solicitaron al rey que expidiera una real cedula que prohibiera este sistema.

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