Formación de la tierra
Aunque nunca se tenga la certeza de cómo ocurrieron los acontecimientos que dieron lugar a la vida, hay evidencias científicas que nos brindas algunos indicios.
La versión moderna de la teoría de La place propone que el sol y los planetas del sistema solar se formaron a partir de una nebulosa en rotación que se enfrió, colapsando después, para condensarse en anillos que luego dieron lugar a los planetas. El en centro, que rotaba más lentamente, se formó el sol. Debido a su masa, los primitivos átomos de hidrogeno se fusionaban dando origen al helio y otros elementos, liberando gran cantidad de luz. En la actualidad, las observaciones de estrellas jóvenes muestran que estas se encuentran rodeadas por densos discos de polvo.
Pequeñas porciones en el borde exterior de la nube, que giraba más rápidamente, se condensaron formando cientos de pequeños cuerpos solidos que se movían alrededor del sol, siguiendo orbitas erráticas. La fuerza gravitatoria hacia que algunos chocaran entre sí, haciéndose más masivos, mientras que la energía producida en el choque hacia que se calentaran a una temperatura capaz de mantener los materiales fundidos. A medida que disminuyo el número de estos pequeños cuerpos los choques disminuyeron también, quedando unos pocos grandes cuerpos girando alrededor del sol que llamamos planetas. El tercero de ellos, contando desde el sol es la tierra.
Al principio, la tierra era una gran masa incandescente de material rocoso fundido. Los materiales más pesados como el hierro y el níquel se hundieron hasta el fondo, mientras que los más ligeros como el silicio y el aluminio, se quedaron más cerca de la superficie. Los elementos gaseosos quedaron atrapados por la fuerza de gravedad. Lentamente, la temperatura comenzó a bajar en la superficie, por lo que el vapor de agua pudo condensarse y formar nubes. Las incesantes lluvias ayudaron a enfriar la superficie, que era un hervidero de magma fluyendo por todas partes. En este tiempo, nuestra tierra era más parecida a un infierno, envuelto en una atmosfera irrespirable compuesta principalmente de dióxido de carbono, nitrógeno y vapor de agua. Pero eso no fue todo. Un protoplaneta colisiono aparatosamente con la tierra, y de la marejada de materiales que se desprendió de ella y que quedó atrapada en su órbita, nació la luna.
Las tormentas ocurrían sin cesar, estimulada por la rápida rotación del planeta, pero poco a poco se fue haciendo más lento el giro y las temperaturas continuaron bajando. El agua líquida fue ocupando los espacios bajos de la superficie terrestre, formando los primeros mares y océanos, pero aún estaban desiertos, sin vida. Además, la luna estaba mucho más cerca que ahora, lo que originaba mareas intensas que lavaban la superficie. Al alejarse la luna, se frenó el giro del planeta.
Se cree que la tierra tiene unos 4.600 millones de años, según las dataciones hechas por fechados radiométricos. Los geólogos estiman que, al menos durante los primeros mil millones de años, el ambiente en el planeta era sumamente hostil. No había vida en él. Las presiones del magma en el interior hacían emerger islas y volcanes que escupían fuego, lava y gases. Desde el espacio caían miríadas de meteoritos que aportaban elementos y compuestos al joven planeta. El agua disolvía los minerales y, poco a poco, se fue convirtiendo en lo que los biólogos modernos llaman el “caldo primordial”, una sopa rica en sustancias que reaccionaban constantemente entre sí.
Poderosas fuentes de energía en la tierra primitiva
La tierra primitiva era un lugar con alta energía. En primer lugar estaba la luz de la radiación de solar, que también aportaba calor. También había intenso vulcanismo, tormentas eléctricas, y todo ello bajo un baño permanente de meteoritos que bombardeaban la superficie, liberando grandes cantidades de calor al impactar. Los rayos ultra violeta, por otra parte, penetraban libremente nuestra atmosfera, ya que prácticamente no existía el oxígeno libre y, por tanto, no había capa de ozono. Estos rayos serian letales para la vida moderna. En aquella convulsionada tierra, la energía se manifestaba en diferentes formas y de manera constante. Las huellas de vida más antigua que se han descubierto datan de hace 3.800 millones de años. Esto significa que nuestra tierra necesito unos 800 millones de años para que se iniciara la vida en ella.
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