lunes, 29 de mayo de 2017

Características de la vida


La Biología es la ciencia que estudia la vida. Nos ayudamos con esta ciencia para comprender cómo somos los seres que poblamos el planeta Tierra. Si te fijas en un inquieto mono, en un araguaney (árbol nacional de Venezuela), en una pulga, en una impresionante ballena o en los diminutos protozoarios que pueblan una gotita de agua, todos tienen un elemento en común: están vivos. Entonces, la vida te puede servir para distinguir a la materia inerte de la materia viva, ¿no? Muy bien, pero ¿y de qué está hecha la vida? ¿Serán los mismos componentes los que forman a un loro y a un trozo de roca? Veamos…

Pese a ser tan variados y diversos los seres vivos, para ti es muy fácil reconocer que un pájaro está vivo, mientras que no lo está un trozo de ladrillo. Eso se debe a que los seres vivientes comparten ciertas características generales:

Organización química compleja: a pesar de ser tan diferentes y variados, los seres vivientes están constituidos a nivel molecular por los mismos elementos químicos que conforman al resto de las sustancias y cuerpos del universo. Elementos como carbono, nitrógeno, oxígeno, hierro... No obstante, la proporción y la manera en que se agregan estos elementos en los seres vivos es muy diferente. Desde los microbios hasta las ballenas, todos los sistemas vivos se componen de cuatro grandes tipos de moléculas, llamadas biomoléculas, a saber: proteínas, carbohidratos, lípidos y ácidos nucleicos; las cuales difieren en sus enlaces y en su estructura y en las funciones que tienen en los seres vivos. Estas biomoléculas están compuestas por los mismos tipos de átomos y enlaces químicos que aparecen en la materia inerte y obedecen a las leyes fundamentales de la química. Lo que las hace exclusivas es su organización estructural compleja.


Organización jerárquica: la materia viva presenta un elevado grado de organización que le es particular y que le permite claramente diferenciarse de la materia inerte. Todos los seres vivos están conformados por células. Algunos, como las bacterias, están constituidos por una sola célula, y se denominan unicelulares, mientras otros están formados por muchas células y se denominan pluricelulares. Se observa, pues, una escala ascendente de complejidad y jerarquía: átomos, moléculas, macromoléculas, células, tejidos, órganos, sistemas de órganos, individuos, poblaciones, comunidades y ecosistemas. Cada nivel se organiza sobre el inmediato inferior. A menudo, cada nivel presenta características que emergen como consecuencia de la organización misma y no de la suma de las estructuras independientes que lo conforman. Es lo que conocemos como propiedades emergentes. Por ejemplo, los patrones de organización social de las abejas aparecen en el nivel poblacional y es imposible deducir dicho comportamiento social a partir de las propiedades individuales de las abejas.

Ciclo de vida: todos los seres vivos tienen un ciclo de vida, es decir, nacen, crecen, se desarrollan, se reproducen y mueren. El crecimiento involucra el aumento del tamaño de las células individuales y el aumento en el número de estas. Algunos organismos crecen durante toda su existencia, como muchos árboles. El desarrollo implica la transformación o los cambios que ocurren a lo largo de la vida de un individuo. Por ejemplo, los insectos pasan por la etapa de huevo, varios estadios larvales (dependiendo de la especie), pupa y adulto.

Irritabilidad: los organismos vivos reaccionan ante los estímulos ambientales, como luz, calor, sonido, o cualquier otro cambio químico o físico. Los estímulos inducen alguna forma de respuesta en los seres vivos. Así por ejemplo, los organismos más simples como una bacteria o un protozoario responden en su totalidad al estímulo. Los paramecios, protozoarios ciliados que habitan en las aguas dulces estancadas, ante una luz intensa se retiran, prefiriendo las áreas sombreadas. Los organismos más complejos presentan, en cambio, especialización en sus tejidos para responder a ciertos estímulos; por ejemplo, las retinas de los ojos responden a los estímulos luminosos, o los quimiorreceptores de la lengua responden a sabores. Las respuestas de los seres vivos ante los estímulos tienen directa relación con la vida de relación y la supervivencia.

Reproducción: los organismos vivos se reproducen, por lo que esta es la característica más omnipresente de todas. Los sistemas vivos no surgen espontáneamente, sino que sólo pueden surgir de la vida precedente, a través de un proceso de reproducción. Así, cada forma viviente dará origen a otras semejantes. La reproducción puede ser sexual o asexual. La reproducción implica un aumento en el número de organismos.

Genoma: En los seres vivos, la información hereditaria se almacena en el ADN. El ADN es una molécula conformada por subunidades denominadas nucleótidos. Estos a su vez están constituidos por un fosfato, un azúcar (desoxirribosa) y una de las cuatro bases nitrogenadas: adenina, citosina, guanina o timina. Justamente, la secuencia de las bases de los nucleótidos representan un código que se traduce en el orden de los aminoácidos en las proteínas. La correspondencia entre la secuencia de nucleótidos y la secuencia de aminoácidos en las proteínas de cada ser vivo es lo que se conoce como código genético. En algunos seres vivos unicelulares el ARN sustituye al ADN como depositario de la información hereditaria.

Metabolismo: los sistemas vivientes se automantienen, obteniendo nutrientes del entorno. Estos nutrientes se degradan para obtener energía y ciertos compuestos que se emplean en la construcción del ser vivo. Estos procesos químicos en conjunto, se denominan metabolismo e implica la interacción de reacciones destructivas o catabolismo, como la digestión y la respiración, y las constructivas o anabolismo, como la síntesis de compuestos.

Homeostasis: los organismos vivientes son capaces de autorregularse y mantener condiciones internas más o menos constantes, frente a las variaciones que ocurren en el ambiente. La termorregulación o regulación de la temperatura corporal en las aves y mamíferos, por ejemplo, es uno de los ejemplos mejor estudiados de mecanismos homeostáticos que presentan los seres vivos.

Evolución: los organismos vivientes evolucionan en el tiempo. Esto significa que pueden acumular variaciones que les permiten adaptarse favorablemente a un ambiente y transmitir a su descendencia esas cualidades. Dichas variaciones son las que pueden marcar una diferencia ante un cambio en el ambiente, es decir, que pueden tener un carácter adaptativo, permitiendo que la vida no desaparezca.

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